Saltar al contenido

5 razones para tener esperanza

Estamos viviendo tiempos extraordinarios. El impacto del coronavirus se está sintiendo profundamente en todo el mundo. Esta pandemia está alterando cada vez más nuestra vida cotidiana y prácticamente todas las estructuras de nuestras ciudades y países de origen. Se trata de un asunto de gran preocupación en todos los niveles de gobierno y sociedad, pero también es una preocupación personal muy real para cada uno de nosotros, ya que sentimos sus impactos a nivel social, económico e incluso mental y espiritual.

Sería natural que consideráramos los diversos riesgos que nos rodean y nos retractáramos por temor. Pero, si bien es comprensible que cada uno de nosotros “visite” el lugar del miedo, como pueblo de Dios no debemos “vivir” en ese lugar.

Como personas privilegiadas de servir junto a ustedes, nos gustaría ofrecerles cinco razones de esperanza mientras consideramos nuestro llamado y nuestra postura en este momento.

  1. La crisis no es algo nuevo ni exclusivo de este momento.

    A lo largo de la historia, el pueblo de Dios ha sido llamado a vivir vidas extraordinarias, especialmente en tiempos de crisis. No estamos exentos de guerras, hambrunas, violencia o enfermedades; más bien, se nos ha confiado el alto llamado a vivir en fe, esperanza y amor cuando los cimientos que nos rodean han sido sacudidos. En un sentido muy real, Dios nos ha formado para un tiempo como este. Él confía en nosotros para que seamos sus testigos en un mundo que enfrenta el miedo y la incertidumbre. La confianza inquebrantable y el amor extraordinario que demuestra el pueblo de Dios es nuestro regalo único para aquellos que están atrapados por el miedo a un futuro incierto.

  2. Tenemos el Espíritu de Dios.

    El apóstol Pablo le recordó a su joven y tímido protegido, Timoteo, “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7). Tener el coraje de mirar hacia afuera cuando todo dentro de nosotros clama por mirar hacia dentro es posible sólo por el Espíritu de Dios. No podemos voluntad nosotros mismos para actuar con poder, amor o una mente sana; más bien, encontramos estas cosas corriendo por nuestras venas solo cuando nos rendimos al Espíritu de Cristo que se nos da por fe.

  3. Tenemos la Promesa de Dios.

    Jesús nos dijo que podíamos esperar tiempos difíciles. “Les he dicho estas cosas para que en mí encuentren paz. En este mundo tendrán aflicciones, pero tengan confianza, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Dios nos ha asegurado además con estas palabras: “Nunca te dejaré, nunca te desampararé.” (Hebreos 13:5) Estos y muchos otros pasajes de las Escrituras nos recuerdan que el amor de Dios por nosotros es íntimo, personal y fiel. Caminamos juntos en paz y confianza sabiendo que estamos seguros en el amor de Dios, sin importar lo que nos depare el futuro.

  4. Tenemos un llamado convincente.

    El amor nos impulsa a cumplir con nuestro llamado a ser luz en medio de la oscuridad y a servir a los más vulnerables. El amor es nuestra motivación permanente y nos permite vivir nuestro llamado en épocas de abundancia o de necesidad, de seguridad o de peligro, de libertad o de restricción, de enfermedad o de salud. Sabemos que, lamentablemente, son los marginados y vulnerables quienes sentirán la mayor carga de esta enfermedad. Sin embargo, nuestro llamado nos obliga a ir más allá, a amar más y a dar más para llegar a los más necesitados, aunque a menudo olvidados.

  5. Nos tenemos el uno al otro.

    Las conversaciones recientes con nuestro personal, así como con nuestros socios de la iglesia y con personas que nos apoyan individualmente, han sido un recordatorio vivificante de nuestro amor, respeto y unidad mutuos. Hemos experimentado el poder de la convicción, el llamado y los valores compartidos de nuestra familia global, muchos de ellos de diferentes orígenes nacionales, géneros, culturas y experiencias. Existe una solidaridad que nos une, nos fortalece y nos reconforta. Dondequiera que estemos en el mundo, sabemos que estamos juntos en esto con una sola mente y un solo corazón. Nuestra solidaridad en esta causa nos da esperanza y nos permite seguir adelante.

Dios los bendiga a ustedes y a sus familias. Sepan que estamos orando por ustedes todos los días.


Trabajador Scott Se retiró de World Relief en 2021 como presidente después de servir en la organización en varios roles durante más de dos décadas y es un ex pastor de la Iglesia Elmbrook en Brookfield, Wisconsin.

Sitio diseñado y desarrollado por 5by5 - Una agencia de cambio

es_ESSpanish