Saltar al contenido

¿Qué dejarás atrás?

021116_blog_post_image

Durante casi dos mil años, los cristianos de muchas denominaciones han observado la temporada de Cuaresma, comenzando con la celebración del Miércoles de Ceniza. Si bien las prácticas exactas de la Cuaresma varían de una persona a otra, una práctica común ha sido ayunar, o renunciar a algo, entre el Miércoles de Ceniza y la Pascua. Al abstenerse de un vicio, una indulgencia o un lujo específico, quienes siguen a Cristo renuncian a algo de lo que de otro modo dependeríamos, y permiten que nuestro hambre por esa cosa nos lleve a una dependencia más profunda de Dios mientras nos preparamos para la redención que celebramos el Domingo de Pascua.

En cierto sentido, nosotros que ayunamos de alguna manera durante la Cuaresma dejar algo atrás Por un tiempo. Sabemos que en algún momento podemos volver a esa cosa. Pero durante unos 40 días, más o menos, no la llevamos con nosotros, no dependemos de ella de la misma manera que lo haríamos de otra manera.

Como sucede con muchas de las prácticas (como la Cuaresma) que introdujeron nuestros padres y madres de la iglesia primitiva, la obra que Dios puede hacer en nosotros durante esta temporada será diferente para cada uno de nosotros. No existe una lista exhaustiva de lo que Dios hace cuando dejamos algo atrás, permitiendo que su importancia para nosotros disminuya, dando lugar a que el Espíritu Santo aumente la importancia de Dios y nos forme espiritualmente.

Y sin embargo, este año quizá haya una cualidad particular en nuestra práctica de dejar algo atrás. Desde la Pascua pasada, la Iglesia se ha conmovido con las historias de millones de personas en Oriente Medio que se vieron obligadas a dejar atrás casi todo lo que tenían. Cuando las balas y las bombas que antes estaban a kilómetros de distancia avanzaron de repente hacia las calles donde vivían, huyeron en busca de seguridad. Huyeron en medio de la noche, sin llevarse casi nada consigo; dejaron atrás casas, automóviles, fotos familiares, preciadas reliquias y más.

En esta temporada de Cuaresma, mientras dejamos atrás cosas de diversa importancia para nosotros, tal vez el Espíritu Santo nos presente otra forma de formación espiritual. Tal vez Dios nos dé un sutil pero profundo recordatorio de nuestros hermanos y hermanas obligados a dejar atrás sus propias vidas, un recordatorio que nos lleve a nuevos niveles de compasión. Y tal vez incluso podamos practicar, de alguna manera pequeña, el espíritu de dependencia que nuestros amigos refugiados practican a diario, una práctica que nos llevaría durante toda la Cuaresma y más allá a experimentar la verdadera justicia con nosotros mismos, con nuestro prójimo y con Dios.

Sitio diseñado y desarrollado por 5by5 - Una agencia de cambio

es_ESSpanish