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El miedo, la fe y la fuerza de la Iglesia

Es fácil sentirse ansioso y temeroso por lo que nos depara el futuro a medida que la pandemia mundial de COVID-19 y la incertidumbre económica se avecinan: para nosotros, nuestras familias, nuestra comunidad de World Relief y aquellos a quienes servimos en algunas de las regiones más vulnerables del mundo. Sin embargo, nos reconforta saber que Dios es fiel, bueno y cumple sus promesas. En momentos como estos, las distinciones sociales que pueden separarnos desaparecen y recordamos que todos somos humanos y estamos todos juntos en esto. También recordamos el poder de la iglesia local.

Nuestro presidente, Scott Arbeiter, reflexionó sobre esto hoy en un artículo publicado en Christianity Today. En él, Nos anima a ir más allá del miedo y a pensar en cómo podemos acercarnos con amor a aquellos que son más vulnerables en medio de esta crisis, y al mismo tiempo protegernos a nosotros mismos. Oramos para que sus palabras sean reconfortantes y alentadoras para usted durante estos momentos.

Puedes leer el comienzo del artículo de Scott a continuación. Visita Christianity Today para leer el artículo completo de Scott.

La Organización Mundial de la Salud ha reconocido oficialmente la crisis de COVID-19 como una pandemia, con más de 100.000 personas afectadas en todo el mundo. Es probable que las cifras sigan aumentando rápidamente, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, a medida que la enfermedad se propague y se amplíen las capacidades de realización de pruebas.

Mientras tomamos las precauciones adecuadas para protegernos a nosotros mismos y a nuestras familias, mi oración es que la iglesia se gane la reputación de cuidar con sacrificio a los más vulnerables en medio de cualquier crisis. Esto es posible, “porque no nos ha dado Dios un espíritu de temor y de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio” (1 Timoteo 1:7).

En medio de cualquier crisis humanitaria –ya sea un desastre natural, una guerra o una emergencia de salud pública– quienes eran vulnerables antes de la crisis tienden a sufrir más. Cuando Haití fue azotado por un devastador terremoto en 2010, el número de víctimas fue exponencialmente mayor que en terremotos de magnitudes similares ocurridos en otros lugares, debido a las recientes inundaciones y a la infraestructura inadecuada.

Aunque los haitianos de todo tipo se vieron afectados, quienes vivían en la pobreza más extrema eran los que tenían peores condiciones de vida y también el margen más reducido para responder a una crisis inesperada. Las personas de clase media y alta suelen tener algunos ahorros a los que recurrir en medio de una crisis; los pobres son los que tienen más probabilidades de quedarse sin hogar, de carecer de atención sanitaria adecuada y de verse obligados a desplazarse.

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