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“Esto no debería pasarle a la gente”

En honor al Día Internacional de la Mujer, nuestra Directora de País de Indonesia, Jo Ann de Belen, reflexiona sobre aquellas personas cercanas a su corazón y por qué quiere ser parte del cambio del mundo.
Una vez conocí a un leproso. Era muy cercano a mí. Aparte de su lepra, era como cualquiera de nosotros. Una creación hecha a imagen de Dios. Sin tocarme, me enseñó música, matemáticas y a reírme de mí mismo. Contrajo esta terrible enfermedad cuando era niño, en una época en la que no existía una cura definitiva para ella.

El estigma de la enfermedad era tan grande, que a su propia familia le daba vergüenza contárselo a los demás. Por eso sus padres guardaron este oscuro secreto para sí mismos mientras pudieron. El adolescente no disfrutaba de lo que disfrutaban los demás. Lo mantenían dentro de la casa, no lo llevaban a grandes reuniones familiares ni lo “exhibían” en público. Vestía ropa que ocultaba sus lesiones abiertas.

Incluso cuando estaba entre la multitud, se sentía solo. Sufría todo esto solo, sin entender lo que era. Sus padres, tal vez sin saber qué hacer, simplemente fingían ante el mundo que él no existía. Creció hasta convertirse en un adulto, se casó, tuvo hijos e intentó vivir una vida normal. Pero el mundo no se lo permitió. Murió como un hombre solitario, solo en una habitación, con solo unas pocas visitas.

Mientras recuerdo a este amigo con lepra y siento su aislamiento y su dolor, recuerdo a la gente a la que servimos en las tierras altas de Papúa. Los infectados con SIDA. ¿Qué podrían estar sintiendo? Sea lo que sea, no podría ser muy diferente de lo que sentía el leproso. Solo, aislado, marginado.

El estigma contra el SIDA es tan fuerte, la opresión contra las personas con SIDA es tan abrumadora, que me pregunto… ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos cambiar todo esto?

Esto no debería sucederles a las personas, criaturas de Dios, hechas a su imagen y semejanza.

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Es por esto que siento con tanta fuerza que los hijos de Dios deben aprender a amar a aquellos que el mundo ha rechazado, ridiculizado, descartado y aislado.

Anhelo ver que la iglesia en Papúa acoja a quienes padecen SIDA., cuidar de los niños huérfanos y vulnerables a causa del SIDA, y asegurarse de que esta enfermedad desaparezca de Papúa.

Ruego a Dios que esto suceda pronto, para que nadie tenga que sufrir y sufrir solo.

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